La política sin política


Escribe: Manuel Taboada Pérez

Este humilde opinólogo, de tendencia izquierdista, se atreve a opinar sobre una cuestión que le causa una gran indignación, todo esto luego de ver una frase del genial dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht, la cual critica las posiciones apolíticas, por generar una sociedad sosegada y casi zombi ante las decisiones de la minoría gobernante. 


La indolencia política o conducta apolítica que se ha apoderado de casi todos los sectores de nuestra sociedad, es producto de una serie de derrotas ideológicas en todos los niveles, tanto cultural como científico. Y es que luego de la captura del «Mesías» de la nefasta organización terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán; el gobierno de turno se encargó de desaparecer a los movimientos de izquierda más consecuentes y así también destruir el pensamiento crítico, no conservador, que es base de la lucha por las reivindicaciones sociales. Todo como una muy buena táctica política que mata a dos pájaros de un tiro; asesinando a la oposición de los rojitos, así como al terrorismo que no deja que las inversiones entren al país.

Al fin de la batalla y muerto el combatiente como escribiría uno de nuestros más grandes poetas peruanos Cesar Vallejo. El movimiento de izquierda pereció con más pena que gloria, luego de derrocar al tirano de derecha Alberto Fujimori, en lo que fue una de las marchas más multitudinarias de la historia peruana: La marcha  de los cuatro suyos. Luego de ella, la doctrina de la «viveza», esa que vive del sonso que se alimenta de su trabajo; esa misma que ve nacer de su seno a delincuentes, estafadores, corruptos; aquella que grita Te amo Perú mientras orina en la calle y roba cable a escondidas de un poder judicial lleno de búfalos apristas; esa doctrina se apoderó de las cabezas de millones de compatriotas, que no quisieron saber más de políticos corruptos, ni de  falsas promesas, pero que votaban por Martha Chávez en el 2006 y luego por Keiko en el 2011. Y qué bueno hubiera sido tener una renovación generacional luego de tanta falta de conciencia crítica; sin embargo, esta forma de pensar se extendió a lo largo de los jóvenes que, hoy por hoy, oscilamos entre los 15 a 25 años. He de ahí que el emprendedor y actual sujeto de éxito peruano, mande a su hijo a la preuniversitaria y le advierta de los peligros de la política en la universidad: Qué te van a lavar el cerebro, que tengas cuidado, a la universidad se va a estudiar y no a hacer política, yo te pago tus estudios para que saques buenas notas no para que andes de revoltos@. ¿El resultado? Que nos sigamos dejando robar por los grandes  dueños de nuestras vidas, a la par que el mototaxista de mi barrio sueña con tener su propia flota y salir de esta pobreza que duele en el alma. Pues, es normal, entonces, que los jóvenes prefieran darle dos horas de su vida en revisar si su combatiente/guerrero favorito tiene amoríos con tal o cuál personaje. Es producto de todo, que estamos a punto de elegir a quien toda su vida fue mantenida con el trabajo de nuestros bolsillos, que fue congresista y trabajó menos que modelo de radio, que se presenta solo para elecciones obteniendo más de 30%. Es producto de todo ello que podemos criminalizar la protesta, vender la patria al capital extranjero y nunca recibir ni una queja de los más afectados con estas medidas.
Yo no me meto en política, recitan algunas voces; todos los políticos son corruptos, roba pero hace obra; dicen otros. ¿Cuál es el asidero de toda esta indolencia política? Mientras la derecha manda a sus mejores cuadros a formarse políticamente al extranjero, nosotros les negamos la posibilidad a nuestros jóvenes de reclamar sus derechos, ahuyentándolos con promesas de emprendimiento y éxito.
Finalizando esta tan humilde y atrevida opinión, quiero anunciar que se acerca el 25 de febrero, día programado para la quinta marcha en contra de la ratificación del  Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica o en cristiano TPP. Acuerdo que en una sola línea puede ser resumido como dependencia económica total del capital extranjero. Esperando la indolencia no consuma el alma de las personas más conscientes y amantes de la libertad, me despido con un fraterno saludo de clase.


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