San Marcos, ¿pública?
Escribe: Manuel Taboada Pérez
San Marcos ponía la agenda cuando se trataba de
reivindicaciones a nivel estudiantil, no solo en Lima, sino en todo el Perú.
Eran apoteósicas las jornadas de lucha que encabezaba el movimiento
estudiantil, de mano de los maestros y trabajadores por construir una sociedad
más justa a partir de reivindicaciones concretas; aquello, en un clima de
convulsión social y cambio desenfrenado, proveniente de la crítica al sistema y
a todo lo normalmente conocido como sentido común. Y sí, bueno, al fin de todo digo «eran»,
porque ahora apenas y hacemos plantones para tener un profesor con la decencia
de saber qué curso enseñará.
Como podría haber dicho Arjona: El problema no es el coste, el problema es que
me cobras.
Recordar todo eso ya no nos hace mérito y mucho menos
nos genera orgullo, se podría decir que San Marcos, comprendido sobre todo como
una gran masa estudiantil, desea desligarse desde hace bastante tiempo de su
pasado de lucha y tiende más a sentirse seguro dentro de la simpleza que
conlleva el ser un meró técnico con titulación universitaria, algo así como en
SENATI, pero con más “filin”.
Y es que no es difícil darse cuenta bajo un mero ejercicio de observación
participante. San Marcos, ha cambiado su enfoque; San Marcos, ya no tiene
estudiantes críticos y humanistas (y algunos vende humo) al servicio de la
sociedad. San Marcos tiene consumidores de aquel derecho que los ideólogos del
neoliberalismo se empeñan en confundir con servicio: la educación. San Marcos
tiene compradores de educación y si de pagar se tratase casi la mitad de
estudiantes asentaría con la cabeza.
Ya no hay necesidad de estudiar Filosofía, Derecho,
Ciencias Sociales, Literatura, Ciencia Política, etc.; ojo, que se comprenda
que estamos en la era de la
globalización y la ciencia avanza más rápido que nunca, por ello debemos ir a
la par de los avances que nos puedo ofrecer esta. No es como si la ética y la dinámica
de la sociedad, que responde a los avances de la tecnología, no deban ser
estudiadas; no es como si el ser humano tuviera distintas formas de reaccionar
a los nuevos descubrimientos de la tecnología. No es como si fuéramos de por
sí, personas y no simples autómatas que deben responder en una sola dirección
con la progresión de la ciencia. No es como si miles de años de cavilaciones
espirituales sean sepultados por el capricho de un cachimbo que prefiere
estudiar entre ingenieros.
Las autoridades compran voluntades con becas, anuncian
cobros innecesarios por los espacios de la universidad y la corrupción aún se
mantiene en nuestra casa de estudios. ¿No es este acaso el derrotero de un
sentido común que entiende la privatización de la universidad como un problema
cuantitativo y no cualitativo? Para entenderlo mejor pongamos un ejemplo:
¿Cuál es el verdadero problema en el cobro, sin
criterio, de unos 20 soles para el proceso de matrícula? Si respondiste que no
hay problema porque es muy barato o que si lo hay porque es muy caro, estamos
cayendo en un error sistemático acerca de la comprensión de lo público. El solo
hecho de recibir un pago justificado en recibir una educación de «calidad»,
descarta su gratuidad y aunque se vengan a justificar por el nivel de
herramientas que utiliza la carrera, no quita que se cobre por estudiar en una
universidad PÚBLICA.
No hay duda, que el
sentido común dicta, que a mayor el cobro, mejor servicio y menos rojitos. Y es
que muchos padres de familia, no desean que sus hijos entren a San Marcos, no
vaya a ser que se vuelvan “terrucos”. Por ahí entonces es que se crea la visión
de que la Universidad Nacional Mayor de San Marcos se transforme en Instituto Superior Técnico
de San Marcos, con menos crítica, más tecnología y sobre todo menos revoltosos.
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